domingo, 29 de junio de 2008

Indignada



Para mi hermana.
Porque si alguien te deja escapar,
es que, seguro,
necesita ayuda psicológica.


Con los años una aprende muchas cosas. Aprende que la vida no es fácil, que hay que trabajar mucho para conseguir lo que se desea. Aprendes que los sueños pueden cumplirse y que el Pensamiento Positivo es la última moda.
Pero lo que de verdad he aprendido en mis escasos años, en esta jauría animal, es que: Los Hombres Son Gilipollas.

Ya sé que esto podría herir la sensibilidad de unos cuantos, además de estar en contra de cualquier postulado sexista, pero cada vez que contemplo con mis ojos y mis odios la cantidad de tonterías que pueden salir de la boca de un hombre, la poca definición de intereses y de sentimientos hacia el sexo femenino y esa constante duda encima de sus cabezas, me planteo si estoy frente a hombres o frente a bebés disfrazados con traje de chaqueta.

Y es que no puedo creer la sarta de gilipolleces que pueden hacer únicamente por infantilismo, miedo al compromiso, a los sentimientos o muchas más tonterías, una incredulidad que el viernes comenté al oscuro objeto del deseo, a lo cual él me contesto:

- No te engañes, hace 50 años los hombres eran igual de niños, sólo que estaban obligados a casarse.

Vaya consuelo. Ya sé por qué eres y serás el oscuro objeto del deseo y poco más, pero... Es que cuando ya parecía que había un tipo de esperanza, un hombre, como no, vuelve a cagarla.

La víctima: Mi querida hermana.
El agresor: Un caso claro de medias tintas.

Término acuñado por el jefe de este ilustre -y a mi juicio- poco glamouroso grupo, del que yo no me sentiría orgullosa de pertenecer. Pero es así. Da igual que tengan 16, 24 o ya entrando en los 30, sí, sí ¡30!, siempre podremos encontrar a un individuo de esta especie que, por desgracia, está poblando las calles, que con cara de buenas personas y un aire de tonto del pueblo, nos engañan, para luego demostrar, que el carné de hombre es eso, un carné, no una "cuestión de pelotas".

Y sé que mucha culpa la tenemos nosotras, el otro pilar de la especie, pero no creáis que lo digo por bailarle el agua a tan funestos e indeseables individuos, no,no, lo digo porque, si es verdad lo que cuenta Doris Lessing en "La Grieta", nunca debimos dejar que la Luna cesara de fecundarnos y juntarnos con esos "monstruos" con palos entre las piernas, para nunca poder volver a separarnos.
Así os llamaban las primeras mujeres, doy fe de ello.

Pero bueno, supongo que después del baby boom, el fin de la familia tradicional, de parejas gays y lesbianas, se acerca, peligrosamente, una nueva era: La de la familia probeta.
Porque yo no pienso dejar que ninguno de mis hijos acabe adorando y llamando "Papá" a ningún medias tintas, aunque en algún momento en mi desquiciada mente, quedara ese resquicio.
¡Qué clase de educación daríamos a nuestros hijos, si los dejamos en manos de hombres que ni siquiera saben ser hombres, ni cuidarse de ellos mismos! ¡Que ni siquiera saben poner nombre a sus sentimientos y que el verbo dudar es como una religión para ellos!

Menos mal que siempre existirán los oscuros objetos del deseo, que se convierten básicamente en eso, en deseos, pero esa es su magia, que NUNCA tendrás que sentirte indignada con ellos. Y lo digo de veras. Doy fe de ello.

1 comentario:

Juanma dijo...

Menos mal que aún quedamos algunos decentes... jejeje

Yo pienso exactamente lo mismo de las mujeres. Así, en general.

Un besote!