sábado, 5 de abril de 2008

Ni a medias, ni a tintas


Cuando eres capaz de seguir adelante sin tener un destino prefijado.

Cuando no concibes la vida como una programación de hechos y acontecimientos y personas que entran y salen de tu vida como trabajadores de una oficina.

Cuando das demasiada importancia a los demás, intentas no herirlos y sus sentimientos son, como poco, importantes.

Cuando necesitas saber de forma compulsiva y analizar y reflexionar y buscar algún tipo de conclusión atrayente.

Cuando repasas los golpes del pasado y encuentras enseñanzas válidas que poner en práctica en el mejor tiempo posible.

Cuando te das cuenta de que sobras y que sería mejor que retirarse dignamente, aunque sea por la puerta de atrás.

Cuando ya no crees en historias de amor idílico y no sabes desde qué instante dejaste de creer en ellas, que eran el motor de tu vida.

Cuando ahora te conformas con un amor civilizado. Pero que por supuesto sea amor.

Cuando siendo tan joven ya no esperas demasiado ni ves tantas opciones. ¿Luchar? Para qué.

Cuando quieres dejar de tener miedo pero continuamente sientes una presión en el estómago al pensar que cambie de un momento a otro, que el mañana sea diferente de como lo habías planteado, que nunca volverá, nunca.

Y, ¿después? Después quedará siendo nada esfumándose por las brumas del tiempo.

Cuando no te defines porque sabes que no merecería la pena y cuando ya sabes que nisiquiera importa que escribas de vez en cuando.

Cuando no fuiste capaz de seguir un sueño. Y cuando fuiste capaz de seguirlo.

Cuando existe un todo y un nada. Cuando la vida te ha enseñado, que las medias opciones son sólo resultado de una falta de integridad. De decisión. De sinceridad.

Y tú no eres así. No te engañes.

No hay comentarios: