lunes, 14 de abril de 2008

Pour Nat -la gota que se deja caer-


Seguramente seas la persona que más conozca. Lo llevas haciendo más de veinte años y sé cuales son todos tus defectos y todas tus virtudes. Sabes que eres capaz de flotar, de flotar por encima de la muchedumbre y rebotar de ella, mirar hacia el albero en una feria cualquiera y decirle a quien quieres que prefieres no verlo más.

Sé que te dolió y sabes que el funeral durará un poquito más de lo normal, pero también sabes que lo bien hecho recibe su recompensa.


Te miro y lo que veo son ojos cansados de llorar, de presagiar una muerte anunciada que nunca llegaba y que, aunque fueras tú la que no querías que pasara, ya sabes, no todo el mundo puede apreciar el amor. No todo el mundo es capaz de amar y lo peor de todo, dejar que le quieran.

Te diste cuenta que merecías más y que quien tuviera la indecencia de despreciar lo que ofreces, no merece ni un segundo más de tu tiempo.


Pero a ti, Señorita Nat, te diferencia en muy importante: que luchas. Siempre pensaste que no conocías el amor porque sabías pasar página demasiado rápido, pero ya no se trata de amor, sino de inteligencia, de respeto a uno mismo.


Nunca te quedarás colgada de alguien que no te quiera, nunca de nadie que juegue contigo, nunca de nadie que te tenga "paporsi". Nunca porque aunque la mayoría de las veces te quieras bien poquito, te queda ese resquicio de decendia, esa pequeña consciencia que te dice que TÚ sí quee mereces ser feliz. Porque la felicidad empieza en uno mismo.


Y si él no quiere serlo, ya no es tu problema. Recuerda Nat, nunca competiste porque ni siquiera llegaste a estar homologada. Nunca nadie podrá competir con un recuerdo, ni la misma realidad de ese recuerdo será nunca digna de el. Es triste negarse la felicidad. Es triste machacarse por que sí. Es triste pensar que falta algo. Es triste no ver lo que se tiene. Y encima es más triste darse cuenta y no hacer nada para cambiarlo.


Pero ya no es tu problema.

No hay comentarios: